Ponía los labios

Ponía mis labios
delante de los tuyos,
pero tú no querías.
Tu no querer
creció como una sombra,
que leía conmigo,
que almorzaba conmigo,
que dormía conmigo.

Sonaban mientras tanto
nuestras voces,
siempre limpias de amor
como agua clara
en el centro
de la fuente.

Comentarios

Rafael Arenas García ha dicho que…
Tu poema me ha hecho recordar esto que escribí hace tiempo:

Cuando finalmente, oh diosa, te dignes a visitarme
encontraras las puertas cerradas,
los muros cubiertos de escarcha.
Tan sólo el vaho responderá a tu aliento.
El hielo será tu compañero.
Yo, entretanto, te esperaré, inmóvil,
con el corazón en la mano,
latiendo.

Me ha gustado mucho lo de "nuestras voces, siempre limpias de amor como agua clara en el centro de la fuente". Lo de "limpias de amor" me parece un hallazgo; creo que como los mapas se podría ver al revés si se encontrara la perspectiva justa.
Susana Corullón ha dicho que…
Es verdad, a veces con las palabras es más importante lo que dejan fuera, que lo que nombran.

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