Ángel
¿A quién persigue el ángel
con su espada de fuego?
¿Quién se medirá con él,
si sólo somos
abejas obreras,
que pagan con sus sueños
el esfuerzo del día?
Sabemos hace mucho,
que con suerte tendremos
un minuto de gloria,
repartido en segundos
en toda nuestra vida.
No importa
que no sepamos nunca
la lengua de los ángeles.
con su espada de fuego?
¿Quién se medirá con él,
si sólo somos
abejas obreras,
que pagan con sus sueños
el esfuerzo del día?
Sabemos hace mucho,
que con suerte tendremos
un minuto de gloria,
repartido en segundos
en toda nuestra vida.
No importa
que no sepamos nunca
la lengua de los ángeles.
Comentarios
Tú está más cerca de conseguirlo.
Sí que importa no conocer la lengua de los ángeles. No sabemos si ese minuto serán siglos. Nada es fácil, ni siquiera para los ángeles.
El ángel, el ángel... quizás tú seas el ángel. Quizás, como sucede en aquel libro y en aquella película, es preciso beber el agua de la vida para saberlo:
- Muchos han probado el agua de la vida.
- ¿Bebieron y fallaron?
- Bebieron y murieron.
Busca el ángel.
Rafael, ¿a qué libro y a qué película te refieres? El poema me lo ha sugerido el ángel que viene en la portada de las Elegías de Duino, que estoy leyendo ahora, con su espada de fuego en la mano. Pensé que no era justo que tuviéramos que compararnos con los ángeles.
La película es Dune, de David Lynch. Realmente es una película mítica para mi (la vi con 17 años); pero a muy poca gente le gusta, ni siquiera a los críticos. Abrazos.