Tardes II

Son las seis menos diez
y estoy nerviosa;
demasiado quehacer
para apoyarme
en las ramas desnudas
y ver pasar el sol
muerto en violeta.

Debe haber algo más;
quizás en esos campos
sin otoño,
insomnes de color,
vestidos siempre.

Dicen que hay algo allí,
más allá de las nubes,
pero que no contesta
ni escucha nuestros gritos.

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